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Adolescencia vs conciencia
La salud mental consiste en ser resistentes, en estar familiarizados con todo el abanico de emociones y en no tener miedo ante la incertidumbre y la inquietud. Ser capaces de afrontar el malestar emocional es, en realidad el camino al bienestar. No obstante, el proceso para alcanzar esta madurez emocional conlleva tiempo, ya que la persona ha de familiarizarse con un amplio abanico de emociones y aprender a gestionarlas.
Tenemos que ir poco a poco. No podemos esperar que los adolescentes estén encantados con nuestras palabras sobre lo emocionante de estar conociéndose a ellos mismos durante estos días. Tampoco con nuestras palabras que intentan hacerles ver lo importante de su comportamiento y responsabilidad durante esta pandemia para la salud de todos.
Una de las ventajas de mi trabajo es que puedo hablar con adolescentes sobre lo que está pasando y estoy escuchando muchas cosas interesantes. Una de ellas es que los jóvenes no están acostumbrados a pasar tanto tiempo con sus pensamientos y con sus emociones. Los jóvenes se están familiarizando con tipos de malestar que nuca habían experimentado. Y además lo están haciendo sin poder distraerse con ninguna otra actividad. Ellos están empezando a conocerse de formas completamente nuevas.
Ahora bien, esto puede que no sea agradable y que sea un mundo desconocido para ellos. Y cuando los atiendo y hablo con ellos les digo que es una gran oportunidad para explorar rincones de su vida emocional con los que seguramente nunca han tenido contacto.
El adolescente, por definición, todavía ha de transitar por este camino de experiencias vitales que culmina con la entrada en la edad adulta, así que cuando experimentan situaciones nuevas para ellos, es normal que a veces se sientan abrumados y no tengan suficientes recursos para afrontarlas, lo que les genera estrés y rechazo.
Una de las ventajas de mi trabajo es que puedo hablar con adolescentes sobre lo que está pasando y estoy escuchando muchas cosas interesantes.
Una de ellas es que los jóvenes no están acostumbrados a pasar tanto tiempo con sus pensamientos y con sus emociones. Esto hace que estén empezando a conocerse de formas completamente nuevas, cosa que no es necesariamente mala, pero que, en ocasiones, puede generar agobio y malestar. Además, este estrés se ve incrementado por el factor de que no existe una vía de escape en forma de actividades lúdicas que les permita posponer momentáneamente el problema, con lo que en algunos casos es indispensable que estos jóvenes reciban ayuda externa.
La mayoría de adolescentes a los que trato solo se sienten capaces de hacer algo si saben que van a estar cómodos. Mi trabajo consiste, en primer lugar, en hacerles comprender que no hay muchas situaciones en la vida que les vayan a garantizar ese bienestar sin salir de su zona de confort, y que es importante que se den cuenta de ello.
En mis conversaciones con ellos, les digo que ésta es una gran oportunidad para explorar rincones de su vida emocional con los que seguramente nunca han tenido contacto, y les intento aportar estas herramientas o pautas para que puedan afrontar situaciones como esta de manera autónoma e independiente.
Otra cosa que me estoy encontrando es que son muy receptivos a la idea de que están madurando como resultado de todo lo que están pasando. Suelo repetirles que toda esta incertidumbre a la que se están acostumbrando, que están tolerando, va a hacer que la incertidumbre a cosas nuevas sea mucho más fácil de llevar. Les digo que cada vez se hacen más fuertes ante la incertidumbre y que, a pesar de todo, están siendo capaces de soportar esta situación que a priori parece incompatible con la adolescencia.
Tiene todo el sentido del mundo que esto les resulte desagradable. Y puede ser incómodo de muchas maneras, pero no tiene nada de malo sentir ese enfado, esa tristeza, esa frustración, rabia… Estos sentimientos son lógicos y son signos de que están viviendo una vida completa y compleja emocionalmente, que es precisamente lo que quiero para todos los adolescentes.
Resumiendo, la dificultad de esta situación y el mal trago emocional, tiene dos beneficios considerables. El primero es que tanto nosotros como los adolescentes descubrimos que somos más fuertes de lo que creíamos y que podemos soportar mucho más de lo que pensábamos. Ser conscientes de ello es muy positivo. El segundo es que está aumentando nuestra capacidad de resiliencia y de relativizar lo que antes podía parecernos un gran problema.
Ahora, es labor de todos hacer este proceso más fácil o difícil.
Zaida Calafell
1 de septiembre 2020